En 1934 comienza una época de afianzamiento y plena expansión inaugurando cinco nuevas líneas en ese solo año, estas fueron:
- Pergamino – Manuel Ocampo - El Socorro - Santa Teresa, esta última localidad ya en la Prov. de Santa Fe, todo por caminos de tierra.
- Pergamino - Rojas - Junín.
- Pergamino - Urquiza – Manantiales – La Violeta – Pérez Millán (localidad del Partido de Ramallo) Empresa “La Flecha de Oro” y de la que ya nos explayaremos.
- Rosario – Cañada de Gómez - Las Rosas – Los Cardos – San Francisco (Prov. de Córdoba). “Empresa Central Las Rosas”
- Córdoba (Capital) - La Rioja (Capital).
En 1935 crea las líneas:
- Junín – Chacabuco – Chivilcoy.
- Pergamino – J. A. de la Peña – Manantiales – Pujol
La gran mayoría de estas líneas eran por camino de tierra.
En 1931 creó la línea Constitución – Mar del Plata, también por camino de tierra.
Foto de 1935 – De izquierda a derecha: 1) Pergamino – J.A. de la Peña – Manantiales - Pujol 2) Pergamino – Urquiza – La Violeta – Pérez Millán. Empresa “La Flecha de Oro” 3) Pergamino – Urquiza – La Violeta – Pérez Millán – Ramallo. Empresa “La Flecha de Oro” 4) Pergamino – Rojas – Junín. Empresa “General Belgrano” 5) Pergamino – San Nicolás, combinación a Rosario. Empresa “La Unión”. Coche Nº 2 Angel Di Cesare es el primero de la derecha, apoyado en uno de sus 5 colectivos.
1934 – Empresa LA FLECHA DE ORO, recorrido Pergamino – Pérez Millán. Concesión N° 191
Esta fue una de las líneas que formó durante el año 1934. En la foto que aún se conserva del primer ómnibus que hacía el recorrido se observa pintado en sus laterales las localidades que recorría. Aparte de Pérez Millán se ve que también llegaba hasta Ramallo, que es la ciudad cabecera de ese Partido.
Desde Pérez Millán partían tres líneas de colectivos con distintas direcciones: La Flecha de Oro que circulaba hasta Pergamino, la de los hermanos Alvarez que lo hacía hasta Ramallo y otra más que llegaba hasta San Pedro. Tal vez para evitar la superposición con la línea de los hermanos Alvarez, fue que La Flecha de Oro quedó solo con la concesión de Pérez Millán hasta Pergamino.
Existen constancias que había iniciado el trámite para obtener la concesión bajo expediente letra D número 260 del año 1936, la que finalmente fue otorgada recién el 18 de Abril de 1939, bajo escritura firmada por el entonces Gobernador de la Provincia de Buenos Aires Dr. Don Manuel A. Fresco y el Sr. Ministro de Obras Públicas Ingeniero don José María Bustillo y autorizándola a cobrar la suma de dos pesos moneda nacional por el recorrido de punta a punta, que eran 71,100 kms.
A INTERNARSE POR CAMINOS DE TIERRA (Y PANTANOS)
En las dos secciones de caminos de tierra que tenía en el recorrido, había sectores bajos y encajonados con muy poca distancia entre el alambrado derecho y el izquierdo y donde el “caminero” o encargado de mantener los caminos de tierra con su caballo y la pala de buey hacía lo que podía.
Se le llama pala de buey a un pedazo de chapón de unos 60 ó 70 centímetros de ancho por 1 metro de largo, que comienza sin la chapa lateral para enterrarse en la tierra y poco a poco va tomando altura hasta llegar a los 30 ó 40 centímetros y así se la llena de tierra extraída del suelo.
Esta, que es tirada por el caballo a través de un par de cadenas en sus puntas, cuando se llenaba se desenganchaba y amarrándola a la inversa, o sea la parte alta hacia adelante y la más baja hacia atrás, se la llevaba hasta donde estaba el pozo o las huellas profundas, producto del tránsito en días de lluvia, y así rellenar lo desparejo.
Recién en 1962 al encargado de mantener los caminos de la zona de Manantiales, de apellido Ferrari, se le entregó un tractor Fiat R 60 con una pala de arrastre con su respectiva cuchilla para conservar esa parte del camino. En cambio en la otra punta de esos 30 kilómetros el caminero Cejas seguía con caballo y pala de buey y era donde estaba el mayor problema de movimiento de tierra porque prácticamente no había banquinas ni cunetas para extraer tierra. En máquinas viales para reparar los caminos (motoniveladoras), ni pensar.
A PAGAR PEAJE PARA ESQUIVAR LOS PANTANOS
Cuál era entonces la solución en la década del ’30 o del ´40? Se hablaba con los chacareros que tenían delante de sus campos los bajos y que se transformaban en pantanos con las lluvias (y tardaban varios días en secarse) y estos le desataban los alambrados para que pasase por dentro de los mismos, antes y después del lugar pantanoso. Pero, siempre hay un pero, claro que había que abonar un peso por cada pasada, a razón de cuatro pesos por día y por cada pantano.
La Flecha de Oro, en uno de los habituales pantanos por los que debía circular. Angel Di Cesare primero a la derecha. Año 1935.
En más de una oportunidad viajaba con la cámara fotográfica (una Kodac metálica color ocre, con fuelle, y que al plegarse quedaba totalmente cerrada) y cuando se empantanaba, antes de hacerse sacar, tomaba fotos de esta situación y luego las elevaba al Ministerio de Transporte de la provincia de Buenos Aires para que viesen el estado de los caminos.
En una de esas fotos que arruinó la inundación de Pergamino del 7 de Abril de 1995, aparecía yo sacando barro chirlo delante de las ruedas del colectivo, dentro de un pantano que se formaba en un sector conocido como la “curva de El Quemado” y fue obtenida por mi padre entre 1952 y 1953. Pero la misma quedó totalmente inutilizada por la causa ya mencionada. Este sector del camino era frente a la estancia del reconocido corredor de Fórmula 1 Froilan González.
Buscando datos en la Biblioteca Pública Municipal Dr. Joaquín Menéndez (Pergamino) encuentro en la edición del diario local La Opinión del 28-01-1942, en la página 5, bajo el título “Importantes trabajos se están realizando en el camino que conduce a Manantiales” un extenso artículo que trata sobre la laguna que se había formado sobre el camino y las mejoras que se le estaban realizando.
Año 1935 - Pantano en el camino, cerca de Manantiales
En la temporada de pocas lluvias, principalmente en el verano, a veces pasaban tres meses o más sin detenerse un solo día y con sus cuatro pasadas diarias. En una palabra se le hacía el mantenimiento mínimo para poder circular, esperando la lluvia.
A muy corta edad sabía andar ayudando como expendedor de boletos sobre el colectivo, y tengo bien presente los colchones de tierra que se formaban sobre el camino y al cruzarse con otro vehículo la polvareda levantada por ambos no dejaba ver por varios metros y se circulaba en medio de una nube de polvo, como en una neblina cerrada y esperando que no viniese otro coche y se produjese un choque.
A veces en medio del camino de tierra los sorprendía un aguacero y se quedaban empantanados, tener que ir entonces a alguna chacra cercana para solicitar ayuda y que con 2 ó 4 caballos tirasen del colectivo para sacarlo del mal trance, ponerlo de nuevo en la huella para poder llegar al pavimento y continuar el viaje.
En esos años 1948-1950 eran pocos los tractores en el campo, la mayoría con rueda de hierro y con un tipo de uñas para “agarrarse” al piso, por eso no los dejaban circular sobre el pavimento. Los tractores de ruedas con cubiertas tal cual se conocen ahora aparecieron en la zona allá por 1950 y eran los clásicos John Deere color verde con sus dos ruedas delanteras casi juntas en su parte inferior y un poco más abiertas en su parte superior, esto era para que ambas ruedas entrasen en el mismo surco, o los de más tamaño como los Fiat R – 60 color naranja.
1 comentario:
No entiendo la diferencia que hace entre el ómnibus (que ya existía) y el colectivo.
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